domingo, 21 de diciembre de 2008

Ruby my dear

y aquí, nuevamemte, los saludo en una nublada mañana de domingo, con un clima como para escuchar a Bill Evans con Michel Legrand, por eso acá va un poema de septiembre del año pasado, que tambien hace referencia a ciertos amigos jazzófilos, a lo lluvioso y nebuloso y otras cosas que iran advirtiendo al leer.
es cierto que es una escritura un tanto sobrecargada, como me han dicho algunos, y es que manifiesta un momento sobrecargado, como no podía ser de otra manera (o si).
espero que les produzca alguito:

Ruby my dear

escucho aquella versión de ruby my dear, por Monk y Trane, y afuera de los muros blancos, vislumbro la lluvia despeinada, me pregunto donde termina cada nota para ser gota, para ser hambre, penumbras, mísera luminosidad. El solo de piano de monk es como una pantalla gris de la cual emanan pájaros, es como una circunferencia doliente que guarda la conciencia de piedras exhaustas, sigo preguntándome si cada jirón del momento puede copular con el anclaje de humo de otro momento olvidado, en que punto insípido de su planicie puede tomar color de tierra, y renacer al barro inhóspito, o si solo es la ropa del diluvio, agua inmóvil de mi alma, recubierta de colores enceguecidos, a los cuales me obstino en nombrar con hojas secas y nombres ausentes, y tus ojos que me recuerdan a lo que excede a la cápsula de mi vida.
destello de su iris constelado, túnel hacia dulces precipicios, océanos en trance, que irrumpen con sus luces de ternura enmarañada, por los pasadizos quietos de mi corazón flotante.

Francisco Garrido (septiembre, 2007)

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